domingo, 28 de noviembre de 2021

7° Actividad IVB - 5to Grado

 


LA SOLIDARIDAD.- La Doctrina Social de la Iglesia entiende por solidaridad «la homogeneidad e igualdad radicales de todos los hombres y de todos los pueblos, en todos los tiempos y espacios; hombres y pueblos, que constituyen una unidad total o familiar, que no admite en su nivel genérico diferencias sobrevenidas antinaturales, y que obliga moral y gravemente a todos y cada uno a la práctica de una cohesión social, firme, creadora de convivencia. Cohesión que será servicio mutuo, tanto en sentido activo como en sentido pasivo». Podemos entender a la solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua; y tenerla por muy cercana a los conceptos de «responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación, participación»

LA SOLIDARIDAD EN EL PLAN DE DIOS:
El plan de Dios es también un proyecto de fraternidad de convivencia entre todos los hombres. En él, Dios quiere que los hombres sean hermanos porque son hijos del mismo Padre.
En nuestro diario vivir, nosotros generalmente aprendemos a competir tanto en la familia como en el deporte o en el trabajo. Por eso con frecuencia nos resulta difícil colaborar con los demás. El mundo del trabajo es el más dividido por la comprensiva competencia. Solo a través de la colaboración, de la comunión y de la participación se construyen unas relaciones más humanas, fraternas y solidarias. Para ser capaces de ser solidarios, necesitamos un corazón nuevo, que viene del Espíritu Santo y gran generosidad y vencimiento personal de nuestra parte.
Precisamente es en la Iglesia, donde Dios quiere realizar este gran proyecto de comunión.
El signo distintivo de la Iglesia es el amor. El amor es la gran fuerza que crea la unión que nos anima y nos da para vivir como hermanos.

VIVIR LA SOLIDARIDAD:
Si miramos hacia nuestros orígenes descubrimos que desde el momento de la creación estamos llamados a vivir en comunidad y armonía con los demás seres humanos.
Es más, descubrimos que somos todos hijos de un mismo Padre y por lo tanto hermanos, que tenemos algo en común que es el haber sido creados a imagen y semejanza de Dios. Por eso debemos cumplir el mandamiento de Dios de amar al prójimo como a nosotros mismos.
La fraternidad nos exige algo más; la solidaridad, que consiste en compartir las cargas de los demás, aliviando las penas o respondiendo a las necesidades materiales o espirituales de nuestros hermanos.

JESUS NOS ENSEÑA A VIVIR EN COMUNIÓN:
Dios Padre no sólo nos llama a vivir la solidaridad y el amor fraterno, sino que nos envía a su propio Hijo para reconciliarnos y servirnos como modelo. Él nos muestra el camino del amor auténtico, se hace solidario con toda la humanidad desde el momento de la Encarnación y nos revela la verdadera fraternidad. Él asume todo lo humano, se hace igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Nada de lo nuestro le resulta ajeno, Él quiere compartirlo todo con nosotros.
Nos dice que nadie tiene mayor amor que el que da la vida por los demás y Él mismo nos da testimonio entregando su vida por nosotros. Su solidaridad es ínfima, incluye y traspasa la barrera de la muerte.

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